¿Por qué ladran nuestros perros?

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, el ladrido en el perro no es un lenguaje. Es una manifestación emocional en refuerzo de posturas.


La comunicación no verbal constituye un patrón de referencia concreto para quien convive con un perro. Cada perro tiene una serie de señales corporales que si las interpretamos correctamente podremos conocer la emoción que nos está tratando de comunicar. Puede tratarse de sumisión, de una solicitud de juego, contacto corporal, una interrogación, etc. Son signos visibles que no sólo involucran gestos faciales o corporales; los gruñidos, los gemidos, jadeos, aullidos y los ladridos, nos dan otras pistas, nos están trasmitiendo sus emociones y sus frustraciones.
 
 

 

Ladrar no siempre es un signo de agresividad, estas vocalizaciones son utilizadas por nuestros perros para expresarse, variables en intensidad, moduladas, de distinta duración y repetición. Son innatas al animal y de todos los cánidos el perro es el único en tener un repertorio tan amplio. Estas vocalizaciones no son monosilábicas a diferencia del lobo y el coyote y con la domesticación han adquirido una significación mayor, como es el caso de los perros de rastreo, donde a través de ellas es posible orientarse.
 

El origen de las vocalizaciones es genético influido por el medio ambiente y los aprendizajes en el periodo del desarrollo comportamental de transición. Responde a estímulos del medio ambiente que dependen en consecuencia y notablemente de la relación establecida entre el perro y su dueño.

Muchos propietarios de animales tienen por tendencia tratarlos como a niños, mimarlos y desarrollar en consecuencia problemas, como por ejemplo los denominados “síndrome de hiperafecto” o la ansiedad por separacion. Suelen ser perros que duermen en la misma habitación de los amos o comen su mismo alimento y a la misma hora, y que cuando sus propietarios están ausentes pueden llegar a desencadenar conductas destructivas, sobre todo con aquellos objetos que tengan una relación con el sujeto de apego. Y que como corolario se dedican a ladrar obsesivamente cuando se quedan solos.

Con una socialización temprana durante los primeros meses de vida, una correcta educación y ubicación social del perro en el seno familiar evitaremos este tipo de problemas. Pero ante todo debemos ser capaces de reconocer los comportamientos antisociales a tiempo y corregirlos con el debido asesoramiento profesional.

El período del desarrollo más importante en un perro es justamente el de la “socialización“. A esta etapa se le atribuye la génesis de los problemas de comportamiento, debidos esencialmente a un empobrecimiento o a una perturbación del desarrollo comportamental: socialización insuficiente a la especie canina o a la especie humana, miedos, fobias o ansiedad ante diversos estímulos. El período de socialización tiene lugar desede los 21 días hasta las 21 semanas. Si en esta etapa el perro no tiene contactos suficientes con un niño, con otros perros, con el tráfico… de adulto manifestará temor o agresividad hacia estas situaciones.
 

Educar a un perro no tiene por qué representar un ejercicio que ocupe más tiempo del que el dueño del animal tenga para ocuparse de éste. Debe representar un momento agradable donde se combinará el juego con refuerzo (premios, caricias o palmadas) y paseos que se puedan disfrutar.
 

El ladrido no es un defecto que haya que erradicar, es una forma de expresión que debemos modelar. Hay que tomar en cuenta que no siempre es un mecanismo de chantaje para conseguir un objetivo o una forma de decirnos que no le dejemos sólo; puede responder a un dolor, a una enfermedad o a un peligro inminente y debemos saber diferenciarlos.

Hoy en día y fundamentalmente en las ciudades se ha convertido en un motivo de importantes conflictos vecinales. Representan el segundo motivo de molestia por contaminación auditiva después del tráfico vehicular.

Cada casuística tiene su origen, sus formas de control y sus terapias específicas, pero existen unas normas generales que conviene tener presentes; no pegar, no gritar y no ceder con premios o golosinas a sus reclamos. Los veterinarios especialistas en comportamiento animal son los profesionales idóneos para el asesoramiento en los casos de ladridos obsesivos. Últimamente han surgido en el mercado una serie de dispositivos que pueden servir de ayuda en casos de vocalizaciones excesivas, concretamente nos han llamado la atención los denominados Collares antiladridos. (Adoptagdl NO recomienda estos collares).


Según sus fabricantes, la empresa canadiense Multivet Internacional se trata de “un collar inofensivo vaporizador de citronela que condiciona a los perros a dejar de ladrar excesivamente, sin peligro para los perros, los humanos y el medio ambiente“.
El funcionamiento de este aparato, según el Doctor Stéphane Meder es el siguiente: “cuando el perro ladra el sensor electrónico de este collar antiladrido (ver foto) vaporiza citronela o un gas sin olor. El animal ve, huele, siente y escucha produciéndose un efecto disruptivo, es decir, un estímulo poco común el cual, por su aparición, va a bloquear la secuencia comportamental que se está presentando y orientará al animal hacia una corta secuencia exploratoria…”. Este estímulo no ejerce un castigo propiamente hablando y no causa dolor, permitiendo tratar de una manera por completo humana las vocalizaciones excesivas. Es eficaz en un 91% de los casos”. También nos comentó que “no inflige un castigo al animal a diferencia de los collares de toques eléctricos cuya eficacia es apenas de 50% o los collares de ultrasonido cuya eficacia es de un 20%. Evita asimismo recurrir a técnicas poco ortodoxas como la ablación de las cuerdas vocales al permitir la corrección del ladrido o de las vocalizaciones mediante el efecto disruptivo
 

Es interesante tomar en cuenta una advertencia del Doctor Meder: “el castigo sea el más sofisticado que haya podido crearse en cuestión de educación perruna o en tratamientos de trastornos del comportamiento no representa una solución duradera y además puede desencadenar uno de los efectos secundarios más graves, como es la agresividad en contra de quién lo ejerce. Además se debe considerar como prioritario el confort de los animales y su seguridad“.
 

Recientemente ha sido desarrollado por el equipo de investigadores que dirige nuestro colega y Especialista en Comportamiento el Dr. Patrick Pageat la DAP (Dog Apeasing Pheromone) en difusor y en collar. La DAP por su efecto ansiolítico permite apaciguar a los animales y se emplea con mucho éxito en la ansiedad por separación, el síndrome de privación sensorial, el síndrome Hs/Ha, las sociopatías, la ansiedad de desritualización. En estos trastornos del comportamiento del comportamiento las vocalización son una manifestación emocional importante aunque no patogmónica.


Autor: MVZ Stéphane Meder Vincileoni –  Consultor en comportamiento animal para la Industria Veterinaria.- Clínico en comportamiento animal en el Hospital Veterinario Canii-Felis 
www.foyel.com/etologia
 http://www.foyel.com/cartillas/10/por_que_ladran_nuestros_perros.html