Solitario, hambriento, acurrucado sobre la toalla sucia que le tiraron, aguantando las inclemencias del clima, día y noche se encuentra olvidado en patios o azoteas “el perro de los niños”.
Es relegado a vivir en un espacio reducido e inadecuado y condenado al olvido e indiferencia de sus compañeros humanos. Oye a la distancia las voces de esos niños a quienes les cumplieron su deseo: tener un perrito, el cual, para su desgracia, creció y dejó de ser el atractivo cachorrito que los divertía.
Se la pasa husmeando por las rendijas de las puertas y ventanas hacia el interior de la casa, tratando, entre brincos y ladridos, que se le incluya en las actividades del hogar.
Por no entender que su ladrido es un ruego por atención y que los destrozos que realiza son un síntoma de estrés y aburrimiento, el perro pasa a convertirse en un estorbo y una molestia intolerable para los padres de los niños. Todo lo anterior conduce a que los padres busquen “geniales” soluciones a través de grandes mentiras: Decirles a los niños que el perro se escapó mientras que en realidad lo regalan a cualquier postor; abrirle la puerta para que se salga, o tirarlo lejos de casa, iniciando con esto una cadena de infortunios para un ser que no tiene la culpa de nada.
Los padres que complacen indiscriminadamente los deseos de sus hijos poco se detienen a pensar que darles un animal a los niños es una gran decisión y que no se trata de adquirirlo únicamente por las ganas que se tengan o por vivir la experiencia de tener uno.
Los animales no son objetos o juguetes, sino seres vivos que merecen dignidad, cuidados y respeto; y si los niños no saben esto y no lo llevan a la práctica es porque los padres no les han enseñado que los animales deben ser incluidos en sus responsabilidades y no sólo en sus gustos.
Considerando que el respeto hacia los animales está ligado al respeto de los hombres entre ellos mismos, es nuestro anhelo que los padres enseñen a sus hijos a querer y hacerse responsable de su perro, en aras de formar seres humanos íntegros y compasivos ante todo ser vivo.
Presidenta de Fundación Luca, A.C.
Con permiso de la autora para publicar en Adoptagdl