Como las heces caninas contribuyen a la contaminación ambiental

Los espacios públicos constituyen el lugar en que convivimos los habitantes de la ciudad, y donde realizamos muchas de nuestras actividades cotidianas y recreativas. En un sentido más estricto, los espacios públicos son el medio ambiente en el que nos desarrollamos.
 
Sin embargo, muchas veces tendemos a apropiarnos de estos espacios que forman parte del bien común como si fueran propios; y, entre otras cosas, los utilizamos como el “toilette” de nuestras mascotas, especialmente de nuestros queridos perros. Las heces de que nuestros perros depositan (y nosotros no nos ocupamos de recoger) en zonas públicas tienen consecuencias muy negativas y son un importante generador de contaminación ambiental. La materia fecal de nuestro perro tiene consecuencias negativas que abarcan diferentes áreas: ambientales, sociales, legales y sanitarias.
 
Cuando salimos a pasear con nuestro perro, ¿pensamos en los efectos ambientales que se generan cuando no recogemos sus excrementos? Veamos algunos:
 
* Contaminación visual: las heces en las calles o en las plazas afean la ciudad, dándole un aspecto descuidado y de poca higiene.
 
* Contaminación olfativa: el olor de los excrementos es desagradable y molesto para las personas.
 
* Son fuente de contagio de enfermedades propias de los perros, de tipo viral (parvovirosis) y parasitarias (ascaridiasis, anquilostomiasis, etc.).
 
* Son fuente de contagio de enfermedades para nosotros mismos, ya que pueden transmitir algunas formas de zoonosis. Además, son un medio propicio para que las moscas depositen sus huevos en ellas, y pueden convertirse en agentes transmisores de enfermedades al transportar huevos de parásitos hacia los alimentos.
 
* La materia fecal puede llegar a las aguas de estanques, embalses, etc. y contaminarlas.
 
* Pisar las heces puede causar accidentes debido a resbalones o caídas, además de un desagradable disgusto a la “victima”.
 
En síntesis, cuando no paseamos con nuestro perro de forma responsable, avasallamos el derecho del otro, limitando el uso de los espacios públicos y contaminado el ambiente de diversas formas.
 
Pero como amantes de los animales y como ciudadanos respetuosos y responsables, podemos intentar algunas acciones tendientes a reducir el impacto ambiental de nuestra mascota. Por ejemplo:
 
* Alimentarlos con alimentos balanceados de buena calidad, ya que por su alta digestibilidad produce heces menos olorosas, más compactas y pequeñas, facilitando su recolección.
 
* Evitar alimentarlos con carnes crudas o poco cocidas.
 
* No dejarlo salir solo. De este modo evitaremos riesgos tanto para nuestro perro como para otras personas.
 
* Recoger las heces utilizando un recolector especial o una bolsa de plástico o papel para evitar el contacto directo.
 
* Realizar exámenes de heces periódicos para prevenir parásitos.
 
* Seguir las indicaciones del veterinario en la aplicación de tratamientos desparasitarios periódicos.
 
* Hablar con vecinos, familiares y amigos que tengan mascotas para que todos cumplan con estas normas. Si la charla no da resultado, podemos denunciar ante las autoridades competentes a los propietarios de perros que violen las ordenanzas y reglamentos sobre la tenencia de animales y recolección de heces caninas.
 
Adoptar una mascota es un acto de amor. Cuidarla responsablemente es también un acto de amor hacia el medio ambiente y hacia quienes comparten nuestros espacios vitales.