Cambiar nuestra forma de pensar puede salvar vidas

Cuando pensamos en los derechos que tiene un animal, generalmente se nos viene a la mente un perro o un gato y el derecho que tiene a ser alimentado, vacunado, respetado, de tener quien lo ame, cuide y un techo seguro.


Pensando en derechos de los animales, dificilmente se nos vienen a la mente los miles de animales de distintas especies que sufren encierro, estrés, muerte dolorosa, experimentación en laboratorios, o que enfrentan violencia y dolor para que podamos contar con ciertos productos de belleza, alimentos, vestido y espectáculos.


Admitir que estamos consumiendo productos que nos llegan “gracias” al sufrimiento, experimentación y muerte dolorosa de miles de animales nos puede resultar MUY incómodo y bastante dificil de aceptar, pero es una realidad.
¿Quién piensa en los derechos de los animales cuando se lava el cabello, estrena una bolsa de piel, o cuando se come un taquito de jamón o unos huevitos a la mexicana? Parecería una locura detenerse a pensar cada vez en si lo que vamos a consumir dañó o no a un animal.


Afortunadamente, el concepto de los derechos de los animales empieza a estar presente en más personas cada dia. Se habla del derecho que tienen los animales en cautiverio a tener agua fresca, una dieta que les brinde una salud completa, un área de refugio y de descanso cómodos, la compañía de animales de su misma especie, y condiciones y un trato que les evite un sufrimiento mental. En resumen, el derecho que tienen a un comportamiento natural, estén en cautiverio o en libertad, sin poner en riesgo a los seres humanos.


Para “industrias” que ofrecen productos “hechos de animales” o que experimentan o divierten con ellos, lo importante es que haya demanda y sigamos comprando y necesitando lo que ofrecen. Si el primate en el que experimentan un champú sufre de angustia, o el cerdo que castraron sin anestesia tiene sufrimiento mental, no es importante.

Cuando estemos informados de los métodos de producción reales, muchos de los que somos consumidores finales de esos productos dejaremos de comprarlos, entonces bajaría la demanda y por ende, las ventas de éstos. Esa una de las razones por las que algunas empresas ocultan o maquillan la realidad de sus “sistemas”.


¿Seguirías comprando huevos o pollo de X marca, si supieras que sus gallinas viven en granjas automatizadas donde son puestas en jaulas que las despluman e irritan la piel, casi en la oscuridad y donde se les corta el pico con cuchillas candentes y sin anestesia?
Aquí es donde nuestra manera de pensar puede salvar vidas.


Si hacemos conciencia de que un cambio en nuestros hábitos de consumo puede salvar una vida, buscaremos otras opciones de consumo responsables, tal vez adquiririendo accesorios de materiales sintéticos, probando algunos artículos de limpieza ecológicos, disminuyendo el consumo de carne, cambiando de marcas, comprando huevos de un productor de la localidad o incluso no consumiendo ciertos artículos que antes considerábamos indispensables.


Ver imágenes fuertes o videos espeluznantes donde los animales chillan mientras los despellejan o matan puede funcionar para producir el cambio de conciencia en algunas personas, pero a otros mas sensibles, les será suficiente saber o leer la realidad detrás de algunos productos.


Todos somos parte de ese maltrato y abuso hacia los animales, pues lo permitimos al crear la demanda y consumir “esos” productos que llegan a nuestro closet, repisa del baño o mesa.


Afortunadamente somos parte de la solución:
Hagamos conciencia de los derechos de los animales y cambiemos algunos hábitos de consumo.
Somos parte del cambio de conciencia que el mundo necesita para ser mejor.

Escrito por Diana Wybo
Guadalajara, Jalisco, México
Promover la esterilización y adopción de perros y gatos entre tus familares y conocidos también es una forma de ayudar. La esterilización es posible a partir de los seis meses de edad. Gracias
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